Cuando la luz es oro.

El comienzo del frío y de los días nublados y oscuros no ayuda mucho a despertar sentimientos positivos. En muchas ocasiones, este sentimiento de malestar va más allá y se convierte en algo patológico.

Después de todo, la ausencia de luz es la gran culpable de la depresión estacional. Del mismo modo que el tiempo varía con las diferentes estaciones del año, el ritmo circadiano de las personas propensas a este tipo de depresión, se resiente. Una de las primeras señales de alarma son los cambios de patrones en el sueño (dormir demasiado o tener dificultad para dormir). Más horas de sueño no es sinónimo de descansar más. Muchas veces, a pesar de haber dormido muchas horas, suena la alarma y la voluntad de dejar la manta es escasa, muy escasa.

Este sentimiento de cansancio, provoca irritabilidad y episodios de somnolencia a lo largo del día. Si a esto le añadimos unas manos al volante… Puede ser especialmente peligroso.

Además, los contratiempos del día a día, por mínimos que puedan ser, asumen una importancia exagerada que provoca sensaciones de estrés, de ansiedad y una sensación de vacío interior.

Si no es capaz de superar estas sensaciones por sí mismo, no lo dude, póngase en manos de profesionales.

«Pero recuerda, la depresión estacional es una realidad que, por lo general, tiende a desaparecer.»

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